SIMPOSIO
LA MÚSICA EN BOLIVIA. PRODUCCIÓN SONORA,
PODER Y CAMBIO SOCIAL
INTRODUCCIÓN
DISCURSO DE INAUGURACIÓN. XIV FESTIVAL NACIONAL DE MÚSICA LUZ MILA PATIÑO
I. PRODUCCIÓN SONORA EN LA PREHISTORIA
II. LO POPULAR URBANO SONORO
CRÉDITOS
SONIDOS Y MITO DURANTE EL HORIZONTE MEDIO.
La representación sonora del movimiento de la cascabel en la cultura Tiwanaku
Ricardo Céspedes Paz1
Durante la historia de la humanidad las serpientes formaron parte de importantes mitos y leyendas, representando en muchos casos contraposiciones tan significativas como el bien y el mal.
En América tuvieron importantes significados. Los Maya por ejemplo representaban a las serpientes como uno de sus dioses más poderosos; simbolizaba también a una constelación celestial. En las culturas asentadas en los Andes los ofidios fueron representados dentro de una dualidad; en muchos casos formó parte de las representaciones de la fertilidad asociada con la “madre tierra” y el Uku-pacha (tierra de abajo); en otros casos, fueron personificadas por los shamanes y brujos como la representación de la muerte y el maleficio.
Es desde esa visión mítica que podríamos entender las innumerables representaciones de serpientes presentes en las iconográficas tiwanacotas durante el Horizonte Medio, periodo arqueológico situado aproximadamente entre el 350 d.C. al 1100 d. C., cuando se muestran a serpientes que encarnan a poderosos seres o representaciones ligadas probablemente al mito del amaru del altiplano, simbolizando a las constelaciones, a animales reptantes que transmiten presagios de fertilidad, a visiones malignas de los saxras (diablos) o, simplemente, serpientes cuya cola sirve como warmi munachi o amuleto para el amor.
Sin embargo, estas representaciones (especialmente en la alfarería) van más allá. Llevan consigo un contenido no figurativo sino sonoro. En la mayoría de las representaciones, dentro de la iconografía de la cultura Tiwanaku (aprox. 88 %), éstas están inspiradas en un tipo especial de serpiente que no solamente es reconocida por su picadura mortal o sus diseños arrombados sino por estar asociados a un sonido particular producido por su cascabel. Nos referimos al Crotalus durissus, la “temible serpiente cascabel”, cuyo sonido fue tan importante durante épocas precolombinas que, en muchas de las alfarerías tiwanacotas, se trató de imitar.
Este sonido especial está presente también en varias otras culturas durante el período Horizonte Medio especialmente en las regiones en las que esta serpiente abunda: el Sur de Cochabamba, el Este de Santa Cruz y el Norte de Chuquisaca, principalmente dentro de la denominada “Tradición Tricolor del Sur” cuyo mayor exponente se da con la cultura Mojocoya. Algunas vasijas trípodes poseen en la parte superior de las patas, cámaras sonoras esferiformes con pequeñas piedras que producen sonidos similares a las cascabeles de las serpientes.
Primeras representaciones de serpientes en Bolivia
Las primeras representaciones de serpientes se presentan en varias pinturas rupestres asociadas generalmente a estadios tardíos del pre-cerámico boliviano de las que, lamentablemente no se tienen fechas.
Posteriormente, durante el Período Formativo Altiplánico (aproximadamente 900 a. C.) se difunden las representaciones de serpientes, destacando aquellas figuradas en las esculturas líticas de la cultura arqueológica Chiripa. Corresponden generalmente a serpientes con grandes cabezas y cuerpos zigzagueantes, algunos más geométricos, en forma de rayos, y figuras asociadas generalmente con batracios de cuerpos romboédricos.
Durante Tiwanaku en sus épocas I-II-III las representaciones serpentiformes son evidentes en varias esculturas líticas. El ejemplo más representativo corresponde a la estela 15 (Ponce 1969) conocida también como “El Barbón”, ubicada en el templete semi-subterráneo del centro principal Tiwanacota del lago Titicaca.
¿Que serpientes son representadas por Tiwanaku?
Las representaciones iconográficas Tiwanaku, en su mayoría, muestran a serpientes con cascabeles que corresponde a una variedad muy difundida en los Andes y los bosques de América del Sur.
Pertenece al grupo crotálico denominado cascabeles de “chononos” para no confundirlas con la llamadas cascabeles “de pua” cuyos diseños son parecidos, pero pertenecen a otro género: Leachesis (Lachesis muta noctivaga). La “cascabel de chonono” está representada en Bolivia por dos especies: Crotalus durissus terrificus y Crotalus durissus collineatus (Kempff 1975), siendo la primera especie el ofidio más venenoso del país. Son muy fáciles de distinguirse de otras serpientes ya que poseen, al final de la cola, cascabeles óseos. Al ser irritadas emite un sonido característico como advertencia. También se las distingue por su aspecto especial ya que posee una decoración de rombos en blanco, negro y marrón claro dispuestos en línea a lo largo del lomo. Su picadura es extremadamente peligrosa y generalmente mortal. Sin atención oportuna, el veneno produce una acción neurotóxica y hemolítica.
Estas serpientes fueron encontradas en varias regiones de Bolivia e incluso en el altiplano, a 3.800 metros de altitud. Algunas tradiciones de la región circum-Titicaca describen grandes criaderos de cascabeles en la península de Oje a orillas del lago Titicaca.
Los reportes sobre las cascabeles de chonono y su abundancia, delimita la región de los valles mesotermicos y cálidos (Sur de Cochabamba, Nor-Este de Chuquisaca, Sur-Oeste de Santa Cruz y los valles chaqueños de Tarija) como el hábitat más común de estos ofidios, especialmente de la especie más peligrosa: el Crotalus durissus terrificus. Por esta razón es que creemos- se encuentran más difundidos los vasos sonajeros precolombinos en esta área de Bolivia.
Representaciones iconográficas tiwanacotas
Las primeras representaciones de serpientes las encontramos en los diseños reproducidos por el famoso tiwanacológo A. Posnansky, en la década de 1940, y publicados años más tarde (Posnansky 1957).
De las nueve representaciones publicadas sobresale la Plancha XII a. que muestra la comparación de un vaso keru sonajero modelado en forma de serpiente cascabel, En él se nota que la decoración corresponde a rombos característicos de este tipo de serpiente. Dos representaciones casi idénticas las encontramos en dos vasijas globulares vertederas: una, en la Plancha XXXII c. procedente de Tiwanaku y la otra hallada en Arampampa, al Norte del departamento de Potosí: Plancha LIV c., en la que se advierte también los rombos característicos de estas serpientes: cabeza felinomorfa y dos cascabeles en el extremo de la cola (Fig. 1 y 2). Similar a esta iconografía encontramos otra en la Plancha XXXVI a., en un fragmento con cuerpo decorado con rombos intercalados a los extremos con motivos en “T”, concluyendo en ella dos cascabeles. Estas representaciones de serpientes con dos cascabeles se encuentran incisas en hueso como la que muestra Posnansky en la Plancha XCIV.
En las láminas de este libro también se presentan otras representaciones de serpientes que no parecen ser de cascabeles sino de otro tipo de serpientes. Por sus decorados transversales al cuerpo podrían tratarse de serpientes corales (Micrurus spp.) o falsas corales (Atractus spp.), serpientes muy llamativas que podrían haber inspirado esta iconografía tal como la de la Plancha LI b. y que describe a una de estas, enroscada en un vaso keru procedente de Cochabamba. Nótese que esta decoración del cuerpo la encontramos en otras representaciones serpentiformes en el mismo libro (Fig. 3 y 4).
Una de las representaciones posee apéndices en forma de patas y sugiere un movimiento ondulante. Similar a esta representación las tenemos en las Fig. 5 y 6.
En los trabajos arqueológicos de Cochabamba también aparecen varias representaciones de serpientes especialmente de motivos romboédricos asociados con las iconográficas tiwanacotas de serpientes cascabel. Una de las representaciones más interesante aparece en un hermoso vaso keru procedente de Arani. Este vaso se encuentra decorado con seis imágenes de serpientes aladas. Todas ellas poseen dos cascabeles al final de la cola. Otras representaciones de serpientes las encontramos en alfarerías procedentes de excavaciones arqueológicas en Piñami, Cochabamba (Céspedes 2000). Entre el material excavado se halla un vaso con la representación de una serpiente decorada que envuelve la pieza, posee un céfalo felinomorfo, con el cuerpo decorado en rombos y concluye -como en la mayoría de los casos- en dos cascabeles. La decoración de rombos presentes en las cascabeles las encontramos en varios vasos kerus y embudos en esta localidad (Fig. 7, 8, 9 y 10).
Otros vasos, aunque no representan figurativamente a las serpientes, lo hacen mediante el sonido como es el caso del keru sonajero hallado en las excavaciones arqueológicas de Jarc’apata cerca de Pocona en Cochabamba durante las campañas de 1989 (Céspedes 1993). Este vaso corresponde a uno de los ejemplos importantes para la expresión sonora durante el desarrollo de Tiwanaku (Sánchez & Sanzetenea 2003)
Representación del movimiento y el sonido
La presencia tan regular de serpientes cascabeles con dos chononos en la iconografía tiwanacota parece mostrarnos el movimiento vibratorio que realizan estas serpientes al irritarse. Este movimiento de dos colas (las serpientes no cascabeles poseen una sola cola) produce una sensación de sonido que está presente en los vasos sonajeros empleados como objetos litúrgicos. Otros casos de representaciones sonoras vinculadas a estas serpientes las tenemos en los cascabeles colocados en los tobillos de los danzantes, empleados en la actualidad. Durante el Horizonte Medio, en la cultura Tiwanaku, estas tobilleras fueron confeccionadas con pequeñas conchas de gasterópodos marinos del Pacífico unidas con cuerdas produciendo al danzar un efecto sonoro de serpientes.
Son comunes en las conmemoraciones religiosas andinas la presencia de ofidios. Las iconográficas, las danzas, las tradiciones, el recorrido de los danzarines como es el caso actual de la coreografía serpentiforme de los Lichiwayu de Vila Vila (Céspedes 2004), los cascabeles de los suri-sicuri, nos abren el cosmos para que podamos escuchar el sonido mítico producido por la gigantesca “amaru” que es parte de las constelaciones andinas. Son las kataris que salen del Uku pacha para dar augurio a los agricultores en la siembra y en la cosecha. También en el Norte de Potosí, los campesinos ponen a sus charangos una cola de cascabel como representación del Sereno (Sireno Mallku/Sireno T´alla), deidad musical que sale del Uku pacha para entregar a los hombres el sonido estético de los instrumentos musicales, la poesía cantada a las mujeres y la música (Sánchez ).
Sonidos de cascabeles o el agudo silbido de la lengua de estos crótalos que siempre está presente en nuestra imaginación -para bien o para mal- trae a nuestro pensamiento a uno de los reptiles más temidos de nuestra América: la serpiente cascabel.
Bibliografía
Céspedes R.
2000 “Excavaciones arqueológicas en Piñami”, Boletín Nº 9, Instituto de Investigaciones Antropológicas Museo Arqueológico UMSS. Cochabamba
1993 “Tiwanaku y los valles subtropicales de los Andes” ANALISIS CULTURAL, Nº 2, Revista de la sociedad de Geografía, Historia y Estudios Geopolíticos de Cochabamba, Cochabamba.
Kempff N.
1975 Ofideos de Bolivia, Academia Nacional de Ciencias de Bolivia, La Paz
Ponce C.
1969 El templete semisubterraneo de Tiwanaku, “Los Amigos del Libro” Cochabamba-La Paz
Posnansky A.
1957 Tiahuanacu, cuna del hombre americano, Ed, Don Bosco, Ministerio de Educación. La Paz.
Sánchez W. & Sanzetenea R.
2003 “Un keru sonajero Tiwanaku”, Boletín Nº 30, Instituto de Investigaciones Antropológicas Museo Arqueológico UMSS. Cochabamba.
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- Arqueólogo. Director del Museo de Historia Natural “Alcide d’Orbigny”.