SIMPOSIO

LA MÚSICA EN BOLIVIA. PRODUCCIÓN SONORA,
PODER Y CAMBIO SOCIAL

LAS BANDAS DE MÚSICA EN BOLIVIA
Jenny Cárdenas1

Introducción

La música ejecutada por las bandas populares es en Bolivia un ingrediente indispensable de toda celebración, principalmente colectiva y pública. En los últimos años, con mayor énfasis que antes, podemos observar una multiplicación de bandas de música tanto en las ciudades como en los pueblos y provincias, fenómeno que se explica por la multiplicación de las ocasiones en que es requerida su presencia. Sin duda, una remarcable ocasión para presenciar una banda de música se tiene a propósito de las famosas “Entradas’ ­léase desfile de bailarines en las calles de las ciudades y poblaciones rurales- cada vez más frecuentes en ocasión de festejar fechas especiales como la fundación del barrio, fiestas específicas del calendario católico ­Corpus, Todos Santos, San Pedro etc.- o para recordar aniversarios de instituciones de todo tipo, principalmente de universidades y colegios. Las bandas entonces, ocupan un lugar central en todas estas celebraciones porque producen la música que se baila, se escucha y se difunde como soporte principalmente de un hecho público y colectivo.

Pero las bandas de música están también en otros ámbitos que hacen a desempeños más institucionales como el Ejército, la Policía, los colegios y los Municipios. En relación a estos escenarios y ámbitos intentaremos desarrollar este primer acercamiento al universo de las bandas de música.

Partimos intentando definir a qué llamamos una banda de música: las bandas de música son agrupaciones numerosas de músicos, principalmente de instrumentos de viento y algunos instrumentos de percusión. En realidad, podríamos decir que las bandas se componen sólo de estos instrumentos de viento de la tradición musical de occidente, metales dominantemente, algunas maderas, en el caso de las bandas militares, e instrumentos de percusión. Estos últimos, a pesar de ser muy pocos son sin embargo instrumentos imprescindibles -bombos, platillos y cajas redoblantes o tambores. En los últimos años se suman a estos, otros instrumentos de percusión: timbales, campanas y bongóes.

En la convocatoria del Primer Concurso Paceño de Bandas de Música Folklórica Boliviana “Bronces de los Andes” del año 2000, organizado por la Oficialía de Cultura de la Alcaldía de La Paz, se mencionan dos categorías de bandas: bandas de “danza liviana” con 22 músicos, y bandas de “danza pesada” con 40 músicos.

En un país en el que como en Bolivia, la población dominante (alrededor del 62%) proviene de otras tradiciones culturales no occidentales, como son los sectores indígenas urbanos y rurales, aparentemente.es una paradoja que la música que de forma masiva interpreta y baila, este representada principalmente por estas bandas de música de instrumentos occidentales. Esta afirmación, es un dato si observamos que en las “Entradas’ por ejemplo de la Virgen de Urkupiña, en las Entradas Universitarias de La Paz y otras ciudades, en la Entrada del Carnaval de Oruro y en la Entrada del “Señor del Gran Poder”, para mencionar las más conocidas, miles de bailarines son acompañados por otros miles de músicos de las bandas de música de instrumentos de metal de la tradición musical de occidente. Pero también estas bandas, además de acompañar a estas grandes tropas o conjuntos de bailarines en las mencionadas “entradas’ podemos escucharlas en las plazas de diversos barrios en pueblos y ciudades a propósito de las “retretas’ dominicales, o en celebraciones deportivas, entre muchas otras celebraciones.

Por tanto, no es una exageración decir que las bandas son las agrupaciones más importantes del universo de la música en Bolivia en el contexto de las celebraciones tradicionales de corte popular, colectivas y públicas. ¿Cómo podemos explicarnos este dato, en medio de una fuerte presencia de identidades indígenas y populares provenientes de las poblaciones rurales y barrios urbanos de inmigrantes?

Esta pregunta nos conduce a revisar el proceso de construcción y emergencia de las bandas de música y su relación con otros procesos que hacen a las poblaciones indígenas. Nos referimos a un hecho imprescindible y casi ritual que cumplen las poblaciones populares e indígenas, principalmente, y que define un espacio de interacciones entre la sociedad civil y una de las instituciones de más larga data: las Fuerzas Armadas y el Servicio Militar Obligatorio.

El Ejército y la población indígena.

Uno de los principales trabajos de investigación sobre la relación Ejército y población indígena y el Servicio Militar Obligatorio aparece en el libro de Juan Ramón Quintana (1998). Según este investigador, el servicio militar obligatorio se instaura a inicios del siglo XX, en 1907. En los últimos veinte años el número de personas que pasan por las instituciones militares alcanzan a treinta mil efectivos por año, y antes, alrededor de 15 mil. Al ser el servicio militar una norma de obligación para los varones principalmente, podríamos calcular que casi un 80% de la población masculina de Bolivia ha pasado por una institución militar.

En el caso de las áreas rurales, he observado por ejemplo en la comunidad muy cercana a La Paz  donde vivo, que el retorno de un joven de la comunidad después de haber ‘cumplido’ con el servicio militar es festejado y recibido con una gran celebración, fiesta que llega a durar hasta tres días. Es decir que, efectivamente, el hacer el servicio militar implica mucho más que simplemente obtener la libreta militar que acredita a todo varón nacido en Bolivia como un ciudadano. Este tema, sin duda fascinante, es sumamente complejo por las significaciones que tal “rito de paso” supone y que hacen a la adquisición de nuevos roles, status, responsabilidades y prestigios, entre muchos otros aspectos. Para nuestros fines lo mencionado sirve para ubicar el contexto de nuestras hipótesis.

El Ejército y las Bandas de Música

El universo de la Música en Bolivia y en él, el surgimiento de determinadas agrupaciones, devienen de prácticas de muy larga data que responden a diversos fines, así como a diversas lógicas culturales, pero también institucionales. En este sentido, los ejércitos ­cualquier ejército-  no existirían sin una banda de música, o por lo menos, sin un grupo de músicos de ‘ordenanza’ o de guerra. Desde los inicios de la organización de los ejércitos las bandas han sido un elemento estructurante y funcional a todo ejército como institución parte de los Estados, y antes, parte de los aparatos monárquicos. En un único trabajo de investigación extensa sobre las bandas en América Latina, Rafael Antonio Ruiz Torres en sus conclusiones sobre las bandas de música en México, dice:

Ya desde el siglo XVI estaban definidos cierto tipo de instrumentos de ordenanza para las diferentes armas del ejército…la música no era un simple adorno para las instituciones armadas… Al marchar a un compás establecido bajo el sonido de tambores y cornetas o flautas, los reclutas iban aprendiendo a comportarse como un solo hombre. Aunado a las banderas, insignias y guiones, los cantos y la música ayudaban a formar el “espíritu de corps”, indispensable para un buen funcionamiento militar. Pero también los ciudadanos del siglo XIX formaron su sentimiento de nación por algunos de estos medios, y más aún en épocas de amenaza extranjera real o ficticia” (2002).
En nuestros países, en Latinoamérica, las bandas tienen un proceso de organización inicialmente muy eventual, según las demandas puntuales que obligaba a los realistas a juntar población civil ­llamadas milicias- para alistarlos como soldados que, una vez pasada la coyuntura por la que habían sido reclutados, eran nuevamente dispersados y asimilados a la vida civil. Durante los años en que se desarrolla la guerra de Independencia, es cuando se estructuran ejércitos de modo más permanente y orgánico. Las bandas son en ese proceso ya un dato que recogemos mencionado en diversos libros:
Los ejércitos libertarios, llegaban con sus respectivas bandas militares: los ejércitos argentinos de Castelli y Belgrano peleando junto a los chilenos al frente de San Martín y yendo al Perú, y los de Bolivar y Sucre desde Venezuela y Colombia, viniendo a Bolivia
(Fernandez Naranjo 1948).

Según el Mayor Avelino López (ex Director de la Banda del Estado Mayor del Ejército y del Colegio Militar), y el Director de Cultura Musical, Capitán de Corbeta Luis Lionel Tellería, las primeras bandas militares estaban compuestas por músicos voluntarios que tocaban instrumentos nativos: pífanos (flautas de caña) y tambores. Estos, bajo el mando de los guerrilleros José Miguel Lanza e Inocencio Vargas estuvieron presentes en las batallas de Aroma (1810), Guaqui (1811), Sicasica (1812) y Zepita (1823). (Calasich 1993).

Un dato semejante encontramos en la ponencia de Ponciano Villcarani (1991), quién dice haber recogido la siguiente información de los archivos de la Dirección General de Bandas del Ejército Boliviano sobre la época de las guerras de independencia: la 1ra. banda militar boliviana fue organizada por el guerrillero Don José Miguel Lanza, con músicos aficionados y reclutados de las provincias de Inquisivi, Sicasica, Ayopaya y Tapacarí. Los mismos documentos mencionan que después del triunfo de Ayacucho, el Gral. Lanza entró en La Paz el 29 de enero de 1825, al mando del Batallón Colorados encabezado por una banda militar, dirigida por el Sgto. Músico Ismael Crespo.

En su texto sobre las bandas militares en Bolivia, Julio Sanjinés Goitia (1989) dice: “la primera banda auténticamente boliviana (fue) del general guerrillero José Miguel Lanza, la que estaba integrada por 20 músicos voluntarios procedentes de las provincias de Ayopaya, Inquisivi y Yungas, provistos de pífanos y tambores… Esta banda formaba parte del “Batallón2 de Infantería”, unidad con la que el antes citado General, ocupó la ciudad de La paz el 29 de Enero de 1825”.

Este proceso de institucionalización y formalización de los ejércitos y consecuentemente sus respectivas bandas de música tiene lugar principalmente después de la independencia:

Por ley del 1 de enero de 1827 quedaron reglamentadas las clases, sueldos, uniformes, divisas y armas del ejército boliviano. Desde esa fecha nunca dejaron los cuerpos de ejército boliviano de poseer su respectiva banda militar. Desde los primeros tiempos de la Independencia, no se concibe una fuerza militar sin banda, ni un suceso social sin música…Desde las Guerras de Independencia, las bandas militares adquieren un status de centro de formación y generador de innovaciones en el campo de la música (Fernández Naranjo 1948).

En consecuencia, podemos deducir que la formación y práctica de un gran número de músicos se desarrollaba y aún se desarrolla dentro de las escuelas de música de los ejércitos; músicos que leen partituras y en consecuencia que también realizan composiciones propias, arreglos y dirección.

Si pensamos que la base social de las bandas está compuesta por un número dominante de personas provenientes de sectores sociales populares ­los instrumentistas son soldados rasos, aunque inicialmente los directores provenían de sectores criollos- por tanto, las interpretaciones, así como los arreglos y las composiciones, cargan la impronta de otras sensibilidades y estéticas, diferentes a las españolas.  Estas maneras de interpretar, de tocar, dan origen, en un largo proceso de reapropiaciones, de las vertientes criollas y mestizas de la música americana. Veamos la siguiente referencia:

El director de la banda del Batallón Segundo y más tarde Batallón Colorados era el Coronel Mauricio Mancilla nacido en La Paz (1846-1879) y entre su producción además de Marchas, Oberturas y Variaciones, figuran otros tantos Boleros, Bailes y Cuecas” (Alejo 1925).

Las Bandas de Música Popular

Esta tendencia se va ampliando, al integrar cada vez más a sectores principalmente de indígenas, a inicios del siglo XX, como consecuencia del servicio militar obligatorio. Aquí radica la principal razón de la enorme cantidad de músicos que encontramos por doquier en Bolivia, tocando instrumentos de viento de la tradición europea.

La paradoja adquiere matices, sin embargo, si consideramos que efectivamente son también instrumentos de viento los que dominan el universo de la música indígena, haciendo verificable esa presencia masiva de músicos indígenas que sin mayores problemas y por el contrario, con mucha creatividad y facilidad de aprendizaje, se pueden encontrar en todas las comunidades rurales y pueblos de Bolivia. La música entonces, rebasa la formalidad de lo institucional militar para tomar vuelo propio en la creación de piezas musicales propias a la estética y sensibilidad con identidad indígena y mestizo-popular. En este punto, emergen las bandas de la música popular tocando morenadas, cullaguadas, caporales, diabladas, doctorcitos, llameradas, tinkus, huayños etc., etc. por doquier.

Pero otra paradoja emerge cuando constatamos que es este sector de músicos el que dominantemente sí lee música, y sí tiene capacidad de organización y disciplina para crear a veces bandas que agrupan a cientos de músicos del campo y sectores inmigrantes.

En consecuencia, las bandas del ejército han sido las escuelas más importantes de aprendizaje de los músicos populares y las que han dado lugar al surgimiento de la música de bandas del país.

Nuevas formaciones, nuevos músicos

La ruta que sigue un músico de banda luego de haber estado más o menos cinco años en las bandas del ejército, es la del retorno a su comunidad, donde luego reagrupará a una serie de músicos como él.

Las bandas de música en las comunidades del altiplano en su generalidad, (podemos verlas) amenizando las fiestas religiosas folklóricas, en las inauguraciones de obras comunales, encuentros deportivos, culturales, actos cívicos conmemorativos y otras reuniones sociales, de acuerdo a las tradiciones y costumbres establecidas. Las bandas de música honran a las comunidades y sus componentes, son muy estimados y preferenciados en la vida social del pueblo (Villcarani 1991).

En el presente, este fenómeno tiene una importante y remarcable variación. Al volver los músicos a sus comunidades no sólo convocan y enseñan a otros para organizar nuevas bandas, sino que hoy son sus hijos quiénes a muy temprana edad comienzan a tocar organizados en bandas muy numerosas dirigidas por algunos adultos.

En el trabajo de campo realizado sobre este punto, conversé con varios músicos y directores de bandas en Oruro durante el carnaval de este año. Evidentemente, la presencia de bandas enteras de músicos muy jóvenes nos llamó la atención: “son nuestros hijos” fue la respuesta. Es decir que estos nuevos y jóvenes músicos son enseñados a tocar desde muy niños (nueve años) por sus padres y hermanos. Sin lugar a dudas, este interés no sólo nace del gusto por hacer música, sino de una larga experiencia de sus padres que logran con este oficio un ingreso económico seguro.

En esta perspectiva, lo que se espera es dotar de una profesión u oficio a los hijos quiénes en un contexto de creciente demanda de bandas, tienen un plus económico en el hogar a través del ingreso que logran más miembros de la misma familia, es decir, más músicos en la familia. A pesar de esto, los padres son concientes de que su deseo es que sus hijos no dejen de estudiar. Nuestro informante sigue al respecto: “Luego ellos irán a la universidad, pero ya están tocando”.

La siguiente pregunta que hice fue: “entonces ¿Ya no irán al ejército? La respuesta no es definitiva, pero si una posibilidad: “No, ya no hay para que ir”.

Conociendo la ritualidad profunda de los sectores indígenas no creemos que esto sea tan simple. El escenario actual en términos de las crisis institucionales debe considerar esta posibilidad: los sectores indígenas no están tan dispuestos a seguir las experiencias de tiempos anteriores.

Conclusiones

Esta primera aproximación al universo de las bandas de música en Bolivia nos permite conocer algunos temas trascendentales:

  • Primero: que es el ejército la escuela del pueblo para aprender a tocar un instrumento, pero además para aprender a leer partituras y en general aprender teoría, armonía, solfeo y dirección, todo lo cual posibilita alimentar la música del género folklórico popular-bailable, principalmente.
  • Segundo: esta formación da lugar a la emergencia de una profesión que proporciona medios de vida a los músicos.
  • Tercero: se establece una herencia profesional cuando los músicos mayores empiezan a formar a sus hijos dándoles una posibilidad de integrarse a un mercado de trabajo.
  • Cuarto: estos músicos, siendo de sectores de bajos recursos económicos o sin medios y sin muchas posibilidades ni opciones, sí tienen formación técnica y teórica. Es decir, a diferencia de lo que generalmente ocurre, los músicos populares folklóricos, rockeros y del género popular, no tienen conocimientos formales de música y sus conocimientos se basan en la oralidad, la memoria, y lo que se llama el “oído”.

Finalmente, es necesario preguntarse si afectaría en el futuro, la resistencia a realizar el servicio militar, tomando en cuenta que ya se ven muchos adolescentes músicos en las bandas actuales. Esto tendrá necesariamente efectos múltiples en varios sentidos: en primera instancia en las bandas mismas; en las estéticas de las músicas, en el mercado de trabajo, la salud mental y emocional de los jóvenes, etc.

Lo que es indudable, sin embargo, es que, sin ese paso de los futuros músicos por el Ejército, probablemente no tendríamos las magníficas bandas que hoy son a veces más espectaculares que todo lo demás en una celebración. Las bandas de música están en el corazón de las manifestaciones culturales más trascendentales, porque fijan el imaginario colectivo de casi todos los bolivianos. Imaginario que es además transversal a todo estrato social, cultural e inclusive ideológico. Pero este tema, es asunto de una larga reflexión que apenas enunciamos como provocación para un futuro estudio e investigación.

Bibliografía

Alejo, Benjamín
1925    “Notas para la historia del arte musical en Bolivia”. en: Bolivia en el primer Centenario de su Independencia.

Calasich, Antonio
1993    “Bandas militares: Auténticas mentoras de la música nacional”. Artículo de prensa. Presencia, domingo 29 de agosto, 1993. La Paz-Bolivia.

Fernández Naranjo, Nicolás.
1948    “La vida musical en La Paz”. en: La Paz en su IV Centenario 1548-1948. Tomo III. 259-277.

Quintana, Juan Ramón
1998    Soldados y Ciudadanos: un estudio crítico sobre el servicio militar obligatorio en Bolivia. La Paz: PIEB.

Ruiz Torres, Rafael Antonio
2002    Historia de las Bandas Militares en México.1767-1920. Mimeo. México.

Sanjinés Goitia, Julio
1989    Historia de las Bandas Militares. La Paz-Bolivia: Ed. “Gráfica Offset”

Villcarani, Ponciano
1991    “Investigación sobre las bandas populares de música” en: Reunión Anual de Etnología 1991. Tomo 1.

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1 Socióloga y música popular.
2 Información oral de Juan Marchena Fernández. Ver su obra: Oficiales y Soldados en el Ejército Americano. Escuela de Estudios Hispanoamericanos, Sevilla, 1983. También en la mencionada Tesis de Ruíz Torres (2002).