SIMPOSIO

LA MÚSICA EN BOLIVIA. PRODUCCIÓN SONORA,
PODER Y CAMBIO SOCIAL

CONVERGENCIAS, PRÉSTAMOS Y OTRAS FORMAS DE CONFIGURACIÓN DEL NUEVO SONIDO URBANO EN BOLIVIA

Álvaro Montenegro

Aproximación al tema

Desde hace muchos años que me levanto cada mañana con la esperanza de oír música nueva, canciones, voces y arreglos. Y hace ya bastante tiempo también comencé a preguntarme ¿Cuándo fue la última vez que sentí que había una propuesta y actividad renovadora en la música? o ¿Cuál había sido el hecho musical más importante de las últimas tres o cuatro décadas en Bolivia?

Llegué a la conclusión errónea que la renovación no era parte esencial de los dominios musicales en nuestro país; y que, a pesar de ser la música el arte más practicado, más democrático y ser el mayor generador de recursos, sería a la vez el más atrasado de todas las artes.

Sin embargo, comenzamos a hacer una relectura más detenida de cada dominio musical: bandas, orquestas, grupos folklóricos y de rock, etc., llegando a la conclusión que no se trataba en absoluto de un estancamiento. Cada día, cada año, en cada Entrada, en cada Carnaval, se van produciendo cambios sutiles que se van acomodando en los repertorios, en la instrumentación y en el uso de esquemas armónicos, melódicos y rítmicos de los distintos dominios. Estos cambios, aunque invisibles o inaudibles para la mayoría, han comenzado a configurar patrones más o menos previsibles.

Hemos creído observar, por una parte, una tendencia al reforzamiento de ciertos elementos musicales que se constituyen temporalmente en “esenciales” para el o los estilos que integran un dominio, y por otra, a la incorporación de elementos musicales de estilos y géneros utilizados por otros dominios, que son los “préstamos”. O sea que se reafirma una identidad musical a la vez que, al expandirla, se la modifica.

Si bien no existe una absoluta rigidez estilística en la mayor parte de los dominios, creemos que en muchos de ellos habita una conciencia sobre su papel en la representación de los valores de su entorno social. Esto hace que la modificación, incorporación o “préstamo” de nuevos elementos musicales sea realizada de forma paulatina y cautelosa, pues una “aventura” estética o estilística demasiado audaz podría caer en el desarraigo, lo que equivale al vacío. (Y que también, para cualquier músico popular, significa el fin de su carrera). Por lo tanto, el comportamiento conservador (casi por definición) del gusto de los grandes públicos, expresado en el apoyo económico a sus agrupaciones preferidas, establece una primera barrera para la renovación del material sonoro.

Con todo, no es este el único factor que entra en juego. Desde el punto de vista de los músicos de cada dominio, el replegar y/o expandir los lenguajes musicales también tendría como meta la búsqueda y conquista de un mayor público o de un mercado mas amplio ­lo cual se traduce en mayores ingresos.

Así, culturas musicales dominantes, subalternas, periféricas, emergentes, (y cuanta categoría pudiera aplicárseles) entran en complejos juegos de relación según las determinadas situaciones históricas, económicas y políticas de cada coyuntura, inaugurando un sonoro campo de batalla, sin aparentes vencedores o vencidos. Las circunstancias de nuestras músicas, que por un lado las aprisionan, por otro les señalan los caminos de renovación.

Renovación vs. Renovación

Otra de las cosas que he tenido que revisar son mis juicios de valor respecto a la innovación como tal. En términos occidentales, el arte se define como esencialmente dinámico. Lo que nos lleva a una concepción de música que se transforma permanente y obligatoriamente, lo cual ha conducido a más de un sendero estéril e hiper racional. Obviamente, en el arte popular esto no es algo que pueda tener un asidero práctico.

La creatividad popular es una esfera que se da precisamente porque existen los límites que la definen como tal. Y mientras no se afecte lo que temporalmente se ha aceptado como “esencial” el juego creativo del pueblo invade, irrespeta, replantea y cuestiona.

Otro de los peligros más latentes radica en la visión de la renovación que tiene la industria de la música. Si un grupo o un artista busca incorporar o cambiar elementos musicales para atraer más público es una labor artística. En cambio, la renovación musical generada por los grandes productores y empresas nos conduce inexorablemente hacia las concepciones globalizantes, las del mínimo denominador común, de la música de fondo, de la despersonalización de la música, de la imagen del músico sobre la música, etc.

La falta de claridad de uno y otro enfoque sobre la renovación puede ser fatal para nuestra música. La convivencia e intercambio de nuestras músicas con las de otros tiempos y mundos sonoros no es solo inevitable, sino deseable.  La diferencia radica en la actitud con la que nos aproximamos a esa mesa de negociación.

Tradición vs. tradición

La supervivencia de muchos de nuestros valores musicales más importantes se ha dado precisamente porque ha existido una actitud de resistencia y no de renovación mecánica.

A este respecto, considero que una de las principales fallas en la formación del conjunto de los músicos bolivianos es la falta de conocimiento sobre nuestra propia música. La ausencia de materiales pedagógicos, de sistemas, no solo determina que no sepamos cosas básicas sobre nuestra música, sino que, por desconocimiento e ignorancia, la despreciemos y sometamos tan fácilmente. Debemos buscar trascender la aproximación sentimental a las viejas prácticas y asumir el conocimiento riguroso de nuestra música tanto en lo práctico como en lo teórico.

Una renovación que respete la tradición ­en tanto valores y principios que también pueden ser móviles y/o temporales­ puede dotar al músico boliviano de una identidad moderna.

Los dominios musicales

Cada dominio musical es un pequeño universo constituido por músicos, temas de repertorio (uno o varios estilos y/o géneros), circuitos de trabajo, espacios mediáticos (radio, TV, prensa), auspicios, servicios (tiendas de música, servicios de amplificación, uniformes, estudios de grabación, publicidad, transporte, etc.) y segmentos de público.

a) Dominios de música boliviana

1) Bandas de metales, (incluyendo las bandas militares y municipales) Son altamente visibles en las Entradas y Carnavales, pero funcionan todo el año en fiestas patronales y prestes. Generalmente ofrecen trabajo estable a los músicos. Promocionan su música a través de grabaciones de edición limitada. Existe una preocupación por mantener un estilo y repertorio propio, pero están finalmente sujetos a lo que determine la persona o fraternidad que los contrate.

2) Orquestas de música tropical. Funcionan únicamente dentro del género bailable. Trabajan constantemente durante todo el año a lo largo y ancho del país, y hasta en Europa y EEUU. Es el género más difundido a nivel nacional, el que mueve más dinero, ocupa mayor cantidad de músicos por ser el más rentable, abarca mayor espacio radial y televisivo, cruza sectores de edad, origen social del público, pero que tiene menor contenido artístico. Existe mucha competencia por lo que renuevan constantemente su repertorio, compuesto de piezas originales y adaptaciones de piezas populares a su ritmo.

3) Solistas, grupos y conjuntos folklóricos (incluimos los grupos de fusión) basados en distintos modelos, a) la línea Kjarkas, b) tradicionales y c) los grupos juveniles. Tienden a crear repertorio dentro de los cánones tradicionales o a hacer versiones nuevas de repertorio estándar. Se desenvuelven en diversos espacios que van desde los locales de música en vivo, prestes, festivales, teatros, fiestas particulares, etc. Cuentan con amplia presencia en radios y TV. Los que son originarios del occidente, incluyen repertorio de prácticamente todas las regiones, en tanto que aquellos de regiones como Chaco, oriente, solo tienen repertorio de su zona.

4) Tropas urbanas de instrumentos nativos, afro bolivianos, etc. Muchas veces organizados en asociaciones de residentes o centros culturales, practican y difunden la música de las comunidades de áreas rurales con bastante rigurosidad. En muchos casos realizan investigaciones y recopilaciones de material, y elaboran materiales teóricos. Se han convertido en importantes centros de difusión y formación. En los últimos años han empezado a grabar CDs con música producto de sus investigaciones, de manera independiente o a través de sellos propios.

5) Cantautores. Tiene un público principalmente juvenil y universitario. Graban consistentemente, y al contrario de otros dominios, organizan sus repertorios con composiciones propias. Algunos tienen un estilo basado en música boliviana, mientras que las nuevas generaciones optan por un lenguaje más latinoamericano, en la línea de la nueva canción, pero a diferencia de esta, no asumen el directamente un cuestionamiento social ni político. En muchos casos comparten públicos con grupos de rock y de folklore.

b) Dominios de música internacional

6) Grupos de Rock, incluyendo DJ, diluidos en una gran cantidad de estilos y géneros basados en aquellos que vienen de afuera. Junto a la música tropical, es el dominio de mayor difusión entre los jóvenes de todas las clases, aunque con distintas características. (los grupos de la zona Sur tienden a usar textos y formas en inglés, la clase media en español, mientras que, en El Alto, se rapea en aymará.) Su reconocimiento esta generalmente basado en la capacidad de imitar a los modelos internacionales, o en crear versiones “a la boliviana”. Mantiene un importante ritmo de producciones discográficas al año, aunque su espacio de trabajo se reduce a unos pocos locales de rock y festivales ocasionales.

7) Grupos de Jazz. Posiblemente el más pequeño en relación a los otros dominios, es posiblemente el que menos grabaciones registra al año y recibe menos espacio radial y de TV, Sin embargo, tiene un público fiel que le permite sobrevivir. Normalmente no registra nuevas composiciones ni se mantiene muy actualizado en relación al escenario del jazz internacional. Últimamente, algunos de sus representantes muestran una tendencia a proponer un jazz nacional, retomando líneas nacidas en los 60 y 70s

8) Música Clásica. Orquestas, coros, grupos de cámara, solistas instrumentales, cantantes líricos. A pesar de no ser demasiado numerosos, abarca los géneros de cámara, sinfónico, opera, etc., en los estilos barroco (incluimos toda la actividad que rodea al repertorio colonial catedralicio y misional), romántico, clásico y contemporáneo. Cuentan con el CNM como su directo centro de formación. Muchos de estos músicos son los únicos que reciben sueldos del Estado, ya sea por pertenecer a la Orquesta Sinfónica Nacional, o por dar clases en el Conservatorio Nacional de Música, y junto a los de jazz, los que mejor nivel de formación tienen.

9) Otros: mariachis, típicas de tango, tríos de bolero, música latinoamericana, etc.

Características comunes de los dominios

Citemos los elementos comunes que encontramos en cada uno de los grupos.

En el grupo que podríamos llamar de música boliviana (bandas, grupos de folklore, tropas, orquestas y cantautores).

Los Públicos. Suelen ser específicos, aunque a veces se comparten (el público de las bandas puede ser también el de las orquestas o grupos folklóricos).

Sobre todo, se puede observar una transversalidad de género, edad y condición social en el público de la música boliviana.

Repertorio. Existen casos de piezas que son comunes a diferentes géneros. Una tendencia general de los dominios de este grupo (con excepción de las tropas) es a usar instrumentos y recursos electrónicos del pop y rock. (bajo, batería, etc.)

Espacios mediáticos. Cada dominio de este grupo suele tener propios programas (sobre todo los grupos de folklore y las orquestas).

El grupo de aquellos dominios que podríamos llamar internacionales (pop, jazz, rock, clásico) se mueve según la interpretación que hagan de la dinámica de sus respectivos mercados en el exterior

Tendencia a “bolivianizar”. En todos los dominios existen solistas y agrupaciones, a través del uso de instrumentos nativos, adaptaciones del repertorio y, el uso de idiomas nativos, caso del rap alteño.

Creemos percibir una tendencia a la utilización de elementos de otros dominios que puede cruzar este mapa en varias direcciones. La utilización de elementos “internacionales” por parte de agrupaciones de música boliviana, o la incorporación de elementos “nacionales” por parte de los grupos de pop, rock, jazz y hasta del entorno clásico.

Grupo 1

Algunos de los préstamos hechos por los dominios de música boliviana

Utilizamos la palabra préstamos porque aún no se puede hablar de una verdadera apropiación. En la mayor parte de los casos, los nuevos elementos aún no tienen una voz propia en su nuevo contexto, ni una adaptación idiomática (la quena en el rock, las líneas de bajo eléctrico en la cueca y bailecito, o los timbales en las bandas) a los fraseos, esquemas rítmicos, ámbitos dinámicos, etc.

  • Uso de timbales portátiles en las bandas. Claramente prestadas de las orquestas tropicales, que a su vez las tomaron de las orquestas de salsa y son. Aun sin un papel musical muy claro, más bien tienden a entorpecer la ya compleja rítmica (sobre todo de los redoblantes) de las bandas.
  • Incorporación de bajo y batería de los grupos folklóricos. Ninguno de ellos tiene aún una ciudadanía plena en este género. También se ve el uso ocasional de baterías electrónicas, también provenientes de las orquestas tropicales.
  • Guitarras y charangos con amplificación directa, que modifica sustancialmente el timbre.
  • Uso gradual de partes improvisadas o solos instrumentales, variando las estructuras tradicionales

Grupo 2

Algunos de los préstamos hechos por los dominios de música internacional

  • Uso de instrumentos de viento nativos en grupos de rock. Sobre todo, de quena y siku.
  • Uso del aymará en piezas de rap, e incluso de instrumentos nativos (charango y vientos) en sus secuencias de base.
  • Nuevas grabaciones de grupos de jazz basados en conceptos de música boliviana
  • Incorporación de arreglos de música popular boliviana en el repertorio en la Orquesta Sinfónica Nacional
  • Reivindicación plena de Alfredo Domínguez como eje de la identidad de la guitarra boliviana. (Incorporación de sus obras a los planes de estudio del Conservatorio Nacional de Música, y a los repertorios de solistas, etc.)

La nueva arena. Claves y abstracciones

Estos préstamos son prueba que existe un lento transitar hacia la configuración de un sonido urbano contemporáneo boliviano. Pero, en vez de dejar que la dinámica propia de las músicas y sus entornos sociales siga flotando en un caprichoso vaivén, podemos empezar a pensar en tomar iniciativas que articulen con más vigor un espacio contemporáneo de música nacional

Por una parte, debemos explorar los gustos de las audiencias y tratar de potenciar los elementos que más profundamente pueden calar en su sensibilidad. Por otra, es cotejar diferentes géneros – en la geografía y el tiempo – para encontrar aquello que de alguna manera ha aglutinado hasta ahora la frágil y ya desgastada personalidad musical boliviana.

Una propuesta musical diversa que, a partir de nosotros mismos, permita la afirmación de un mercado propio. Estamos en una etapa de re-configuración de nuestro mapa cultural. Si intentáramos buscar la identificación de públicos bolivianos más amplios con nuevas propuestas musicales, estaríamos ayudando a crear un nuevo yo musical ­o tal vez el primero­ antes que la industria globalice todo y tengamos que aceptar sus anémicas visiones de nuestra música como si fueran realmente nuestras.

Proponemos entrar en un proceso de abstracción de todo lo que compone nuestro repertorio. Tenemos la oportunidad de entrar a la arena de la música mundial con voz propia, como tantos otros países latinoamericanos, solo que esta vez contamos con el respaldo de una riqueza musical infinita que tenemos que conocer, amar y respetar.

Sin entrar en fórmulas comerciales, podremos hablar de la búsqueda de una clave general ­algo así como una piedra filosofal­ de la nueva música boliviana. Retomando la experiencia de las músicas de muchas partes del mundo, podemos intentar resumir lo esencial de la infinidad de giros rítmicos y melódicos, de ambiente y propósito expresivo, para relanzar un sonido que suene familiar, pero que sea nuevo.

Pudiera ser el momento de un protagonismo real y transformador de la cultura.

Son muchas las cosas que uno quisiera creer, y que, a través de los lentes de la esperanza, ve. Y no es una negación de nada, porque en el arte no se vale prohibir. Lo único válido es proponer. Proponer con consistencia, convicción y amor propio. Proponer con amor a quien nos oye.